Señoría, me declaro… ¡CULPABLE!
Relato de una madre cualquiera…
Ayer fue un día horrible, bueno si lo pienso realmente solo fue la tarde, o ni siquiera la tarde, sólo fue un ratito, sin embargo sólo recuerdo que fue horrible y he borrado todo lo bueno que hubo demás.
Sí, ayer grité a mi hijo. Teníamos que ir al médico porque llegábamos tarde (bueno, luego pensé sobre ello y ciertamente no llegábamos tarde, además, nos iba retocar esperar y, de hecho, nos tocó esperar)… Y él seguía jugando, ajeno a mis prisas, a lo que le estaba pidiendo:
¡¡¡Ponte las zapatillas que nos tenemos que irrrrrr!!!”
Entonces, al ver que mi grito no daba resultado, di un paso más con mi cerebro de reptil (no había lógica, no había enfoque en soluciones) y llegó la amenaza:
¿Ajá, no vienes? Pues ahí te quedas con los monstruos de la casa…”
En ese momento no me di cuenta, no era consciente de que había un monstruo, y no el de colores precisamente, sino yo misma volviendo quizá, a cuando tenía 4 años, una niña desesperada que no sabe qué hacer.
Vino tan rápido que cuando me encontró en el pasillo esperando, me lanzó un puñetazo al estómago, me dolió y reaccioné dándole un cachete en el culo ?♀.
No lloró, no se quejó, no le hice daño (bueno, sé que se lo hice, lo tengo clarísimo, pero no ese daño físico, sino otro peor) y entonces mi otro hijo gritó:
Ahora mismo os pedís perdón, de aquí no sale nadie sin hablar.”
Pero en ese momento no había claridad, solo orgullo, dolor, culpa, mucha culpa. De hecho, todo lo demás se fue, y la culpa se quedó.
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Me costó conectar, volver a mi cerebro integrado, poder pensar con claridad…
¿Qué había pasado en cuestión de segundos? ¿Cómo iba a salir de esa situación? ¿Había marcha atrás? ?
Muchos pensamientos, muchos. Mucho dolor, mucha sensación de agotamiento, muchas ganas de parar el mundo y bajarme a respirar…
¿Cómo podía ser tan mala madre? ¿Cómo podía pedir respeto si ni yo misma era ejemplo de ello? ¿Cómo pedir calma y gestionar los conflictos con paciencia si yo misma perdía los nervios? ¿Cómo deshacer lo hecho y borrar las huellas?
Mi cerebro racional “volvió”, fui capaz de pedir perdón, mirar a mi hijo a los ojos y decirle que aquello no habia estado bien.
Repasé con él toda la escena:
- Mi preocupación por llegar tarde;
- Mi estado de nervios, el haberme alterado;
- El contagio de emociones;
- Cómo él se alteró;
- El dolor de su puño;
- La reacción de mi mano;
- La mirada de su hermano y lo sensato que fue (después pude darme cuenta que algo estaba yendo bien).
Mi hijo me abrazó y me pidió disculpas y pudimos salir de casa.
Todo esto fueron 10 minutos, no más.
La culpa aún sigue aquí, aún dos días después … Y no sé cuando se irá.
¿Es esto ser madre?
Relato de una madre cualquiera como yo… como tú… como la que ves.
Qué bonita eres culpa cuándo vienes, te quedas y me hundes en la miseria. Mi maternidad es mía y me pesa día a día.
Poder con ella es un reto, disfrutar de ella una utopía.
Soy madre SÍ y NO soy perfecta y es mi lucha, no mi guerra”.
Y tú… ¿Cómo te declaras? Cuéntame tus situaciones extremas y cómo las solucionaste (o no)


Psicóloga, Educadora Certificada en Disciplina Positiva para Primera Infancia, Aula, Familia, Pareja y Empresa. Fundadora de InfanciaenPositivo.com, ante todo, Madre.
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